Tan Solo Un Segundo - Virginia S. McKenzie

Título: Tan Solo Un Segundo.
Título Original: Tan Solo Un Segundo.
Saga: Autoconclusivo.
Autora: Virginia S. McKenzie.
Editorial: Ediciones Urano - Titania.
Colección: Titania Fresh.
Fecha de Publicación: 7 Septiembre 2017.
ISBN: 9788416327270.
N° de Páginas: 352.
Goodreads

Sinopsis: «En tan solo un segundo, el mundo se tiñó de negro y ya nada volvió a ser lo mismo» Hannah tenía un futuro prometedor en aquello que más amaba: la danza sobre hielo. Una meta por la que había luchado junto a Nicholas, su mejor amigo y compañero, durante los últimos diez años. Hasta que el error de otro le demostró lo efímeros que pueden ser los sueños. Mikhail hace mucho que olvidó lo que era disfrutar al salir a la pista. Es más, tras la lesión que lo obligó a retirarse del patinaje artístico, creyó que nunca tendría ocasión de recordarlo. Sin embargo, el destino parece dispuesto a darle la oportunidad de volver a competir y, sobre todo, de cumplir una promesa grabada con tinta en su cuerpo. Claro que para ello tendrá que convencer a Hannah de que juntos pueden lograr grandes cosas. Para ambos, luchar por un nuevo comienzo significará tener que hacer frente a sus heridas emocionales, porque solo si son capaces de curarlas encontrarán la manera de vivir y amar sin fronteras.

Gracias a Ediciones Urano por el ejemplar para esta reseña.



Opinión Personal:
Advertencia: Esta reseña puede contener spoilers.

Supe de la existencia de este libro desde la sexta quedada bloguera cuando la editorial nos lo presento como novedad. Desde que vi la portada, que por cierto me pareció sumamente hermosa, hasta la sinopsis supe que era un libro que tenía que leer. Así que cuando se presentó la oportunidad no lo dude ni un momento, pues el patinaje artístico es uno de mis deportes preferidos y moría de ganas de leer un libro con dicha temática. Aunque si bien termino gustándome, hubieron partes que no me convencieron del todo.

Hannah y Nick no solo han sido mejores amigos desde pequeños, también han compartido la pista de hielo al ser pareja en patinaje artístico. Su éxito los ha llevado lejos, aunque aún tienen mucho por recorrer y medallas por conquistar. Sin embargo todo está a punto de cambiar cuando ambos sufren un accidente que cambiara su vida radicalmente. Después de aquel fatídico accidente Hannah se sentirá culpable por lo sucedido, por lo que renunciara a sus sueños de seguir sintiendo la pista de hielo bajo sus pies. Misha fue uno de los mejores patinadores sobre hielo, hasta que una tragedia familiar lo hizo renunciar y limitarse a ser un tipo de consejero sobre técnicas de patinaje, pero algo en su interior lo ha hecho cambiar de opinión, los sentimientos de volver a su antigua profesión lo han llevado a viajar en búsqueda de la que está seguro, será la única que puede cumplir con el papel de su nueva compañera, para regresar al mundo de patinaje artístico.

Aun cuando parezca que las cosas mejoran, se enfrentaran a varias circunstancias que los hará sentir que sus fantasmas del pasado aun los persigue, por lo que deberán afrontar a su peor enemigo, ellos mismos, si desean que las lecciones del pasado los ayude a mejorar el presente y a ver un futuro con mucha más claridad y felicidad de lo que ahora puede parecer. Por fortuna, tendrán a un grupo de amigos incondicionales para apoyarlos en todas sus decisiones, tanto buenas como malas.

Antes de proseguir me gustaría pedir una disculpa por no poder realizar una historia sin spoilers, pero para poder explicarme me sentir en la necesidad de explicar un par de cosas que quizás podrían revelarles cosas importantes de la trama.

Me encanto el hecho de que fuera una historia llena de mensajes, de historias de superación, pues a
pesar de que los protagonistas se enfrenta a etapas demasiado difíciles, tristes y duras, son pocos los momentos en los que se dan por vencidos, pues siempre buscan salir del agujero al que se han metido para encontrar una nueva luz. A pesar de que si, puede haber demasiado drama en esta historia, en ningún momento se siente saturado o de sobra, pues la autora sabe combinar a la perfección los momentos de romance, bromas, dramas y de la vida en sí, creando un perfecto equilibrio. Es un excelente debut para la autora, pues logro crear un libro completamente disfrutable, con personajes entrañables que te regalaran más de una lección de vida con cada una de sus experiencias.

Si bien son más los buenos momentos a los malos, si hay un par de estos últimos que hicieron que la lectura no me agradara del todo, al menos que no fuera perfecta. De nueva cuenta soy consciente de que se trata de un libro de Titania pero aun así no me agrado que hubiera ciertos intercambios de diálogos con dos de los personajes, donde pareciera que lo único que querían decir entre palabras es que les interesaba tener sexo y solo eso, o al menos a mí me lo pareció, también hubo una escena erótica que al menos personalmente siento que era innecesaria, especialmente porque son interrumpidos por quien menos te imaginabas.

A este punto también le tengo que agregar una frase que contiene el libro que dice: “Me tragué cuatro películas románticas para coger ideas. Habría visto más, pero me bajó la regla”, no me lo tomen a mal pero me parece un poco tonto que Misha sienta que para ser sensible es necesario tener algo tan básico en las mujeres como la regla, si, quizás sea un poco tonto de mi parte pero así me lo pareció, una disculpa si no piensan igual que yo. Aunque también de Misha me molestaba mucho sus insinuaciones sexuales.

Tengo que decir que siento que Nick llevo la peor parte, estoy de acuerdo en que Hannah sufrió mucho psicológicamente por el accidente, pero Nick perdió casi todo en él, especialmente su más grande sueño de poder seguir disfrutando del patinajes sobre hielo.

Aunque por otro lado, si bien comprendo su actitud de ermitaño, creo que en ocasiones se sobrepasaba con ciertas personas al ser tan rudo, especialmente con sus padres.

Hannah es un personaje con el que no logre conectar mucho, me gusto el hecho de que en ningún momento dejara sus sueños por el hecho de que podría hacer sentir mal a alguien, pues de cierta forma sabía que también sus sentimientos contaban y el hecho de que se negara a seguir realizando su sueño, no iba a regresar el tiempo y arreglar las cosas, si soy sincera tengo que confesarles que aún no logro encontrar la razón por la que en algunos momentos me desquiciaba un poco.

De Nick me gustó mucho su evolución, era un chico que daba las cosas por sentado, que su mayor
aspiración además de tener éxito en su carrera era tener una chica diferente cada cierto tiempo y después de su accidente, logro abrir los ojos y darse cuenta que había cosas mucho más importantes que ser un casanova, además es un súper amigo.

Misha me encanto, desde un comienzo con todas sus tácticas para intentar convencer a Hannah de ser su pareja de patinaje logro robarse mi corazón, aun con ser un ruso bastante encantador, desesperaba un poco que fuera tan cerrado con situaciones de su pasado, quizás porque aún no estaba preparado para compartir esos recuerdos. Abby, la mejor amiga de Hannah me agrado mucho aunque es el tipo de chica que casi siempre suele hablar en doble sentido, es una persona bastante leal que siempre está ahí para quienes más la necesitan.

Pero definitivamente mis favoritos fueron tres personajes: Tristán y los M&M, son sensacionales, los ame de principio a fin y me divertí con ellos como hace mucho no lo hacía con unos personajes, así que, Virginia si algún día lees esto, por favor, tienes que darnos un libro con Max y Mitch, por favor. Es que son tan geniales y graciosos, que es imposible no amarlos. Como siempre, los personajes secundarios lograron captar un poco más mi atención que los principales.


“La vida es tan incierta que la felicidad debe aprovecharse en el momento en el que se presenta”.

“Nunca hay que conformarse. Siempre hay que buscar la forma de avanzar, de crecer, de hacerte grande en todo lo que haces”.

“La vida es condenadamente corta”.

“¡Haz solo lo que te haga feliz!”.

“Podías conocer la verdad dentro de ti y aun así escoger ignorarla. Sin embargo, compartirla con alguien, en cierto modo, la hacía irrevocable, solida”.

“Y me lo habían arrebatado. Me habían arrancado una parte esencial de lo que era.
Ni yo misma llegue a pensar nunca cuanto dolería”.

“Todavía hoy me hacia sonreír el pensar que a una cosita de tres kilos le bastara rodearme el dedo índice con su mano diminuta, y acurrucarse contra mi pecho mientras lo sujetaba en mis brazos por primera vez, para robarme el corazón”.

“Yo para él y él para mí”.

“Mantén siempre la esperanza.
Aunque a veces fuera casi imposible aferrarse a ella”.

“No, no estaba siendo modesta ni me estaba infravalorando. Sabía lo que valía, pero en el deporte, como en la vida, tenías que ser consciente de que siempre habría quienes pudieran igualarte o superarte”.

“Estaba cansada de luchar contra mí misma”.

“Lucha. Lucha por lo que quieres, en cada cosa que haces y hasta el límite de tus fuerzas, para que cuando todo se desvanezca solo queden sonrisas de satisfacción y no remordimientos”.

“Hacer lo correcto no debería de doler tanto, ¿verdad?”.

“No puedes sentirte culpable por querer seguir adelante. Lo que ocurrió fue una tragedia y tú una de las víctimas, no la causante, por eso no deberías castigarte como lo haces”.

“Ya eres adulta y madura para tomar tus propias decisiones y cometer tus propios errores, aunque me gustaría que pensaras en algo: dentro de diez años, ¿podrás mirar atrás y no arrepentirte de la decisión que has tomado? Si la respuesta es sí, seca esas lágrimas y ven abajo a ayudarnos a tu abuela y a mí a preparar el almuerzo. Si es que no, ya puedes salir corriendo a buscar a ese muchacho. Solo te pido que seas sincera contigo misma, que te olvides de todo y todos y te limites a escuchar a tu corazón, por difícil que sea. Se lo que es mirar atrás y desear haber tomado otras decisiones, no quiero que tu tengas que ansiar lo mismo”.

“La afirmación sonó y supo a veneno, el mismo que me corroía las entrañas, que me recorrían las venas, que me transformaba en un completo y despreciables desconocido”.

“Su dolor alimentaba mi furia, porque, si alguien tenía derecho a sufrir, era yo, no ella. Yo, que había perdido para siempre esa parte de mí mismo que me hacía ser quien era”.

“¿En qué clase de desgraciado me convertía el encontrar consuelo en su sufrimiento? Hacerle daño me aliviaba, me hacía sentir menos solo. Y eso, a su vez, por contradictorio que resultara, me asqueaba, porque en el fondo la entendía”.

“Saber a lo que te enfrentabas te evitaba muchos problemas”.

“Caer está permitido, ¡levantarse es obligatorio!”.

“El cuerpo humano es extraordinario y aterrador al mismo tiempo, una maquina perfecta en su imperfección”.

“Por patético que fuera, me sentía al borde de las lágrimas a causa de la impotencia y la vergüenza”.

“Cuando te ocurría lo que a mí, la gente que te rodeaba no paraba de repetirte que te acostumbrarías, que todo pasaría. No entendían lo difícil y desgarrador que era.
¿Cómo aprendías a vivir de nuevo cuando gran parte de ti había muerto?
Ya no me reconocía, mis piernas no me pertenecían, mis sentimientos tampoco. Era como si la oscuridad de aquella noche me hubiera absorbido. Podía percibir los sonidos, los colores, los sabores que me rodeaban como flashes que desaparecían nada más llegar, sin darme la oportunidad de disfrutarlos. El dolor y la cólera era lo único que permanecía: constantes, estables, inacabables…
Y no quería seguir sintiéndome así, ni podía soportar el continuar haciendo tanto daño a la gente que amaba. Dios, necesitaba dejar de sentirme humillado y traicionado por mi propio cuerpo. Deseaba para de esconderme de todo y de todos, y de odiarme a mí mismo”.

“–¿Qué haces en el porche tan temprano?
–¿Ser el sol que ilumine tu mañana?”.

“Los brazos que me habían acogido más veces de las que podía recordar dentro y fuera de la pista me mantenían alejada. Los ojos que casi siempre desprendían un brillo pícaro y risueño rebosaban dolor, cólera y desesperanza. Los silencios antes cálidos se volvieron incomodos; las conversaciones distendidas y despreocupadas sobre cualquier tema se hicieron tensas y esquivas, porque ninguno quería hablar de un tema que se había convertido en tabú. Y era muy difícil obviar aquello que estaba presente en la gran mayoría de los recuerdos que compartías con otra persona”.

“Mis huesos sanaron, mientras otras heridas invisibles quedaron abiertas, como piezas perdidas que no lograban encajar en el puzle al que había quedado reducido mi mundo”.

“Y lo cierto era que lo necesitaba: para desahogarme, para dejar salir todo lo que no me veía capaz de reconocer ni siquiera ante mí misma”.

“Te convierte en humana. No puedes culparte por ser feliz. Es cierto que, en ocasiones, de las peores experiencias a la que nos enfrentamos en la vida surgen nuevos horizontes, pero en nuestra mano esta elegir el camino”.

“¿Cómo podía dejar de sentirme tan mal por sentirme bien?”.

“El miedo es un freno. Es mejor lanzarse y perder que nunca haberlo intentado”.

“Y yo creo que el que no arriesga, no gana. Además, es un desperdicio vivir la vida a medias”.

“Ocultar ciertos detalles de mi vida era casi una segunda naturaleza para mí, y hacia mucho que había dejado de importarme mentir al respecto”.

“No dejes que nadie te importe lo bastante como para que te duela no desvelar los secretos que ocultas en tu corazón”.

“La esperanza era tentadora y seductora, sobre todo cuando te has llevado tanto tiempo perdido y por fin encuentras un lugar al que sientes que perteneces”.

“A veces creía que toda la oscuridad que había ido creciendo en mi interior acabaría por explotar a través de todos y cada uno de mis poros. Y no estaba seguro de si llorar; gritar o reír de pura histeria resolvería nada”.

“Todo es muy fácil cuando se ve desde afuera”.

“Entendí que por mucho miedo que nos diera, y me daba autentico terror, arriesgar el corazón era lo que nos daba vida. Y esta no esperaba a nadie, seguía su camino, de nosotros dependía saber aferrarnos a las oportunidades que nos brindaba, para que así, en la última estación, no tuviéramos que preguntarnos, “¿Y si…?”
Conocía demasiado bien los remordimientos que acarreaba aquel interrogante. Durante años, había mirado atrás con esas dos palabras resonando como un eco constante en mi mente”.

“No iba a pensar en el pasado, tampoco en el futuro. Solo iba a alargar la mano y aferrarme al presente”.

“No voy a besarte esta noche. Porque la primera vez que te bese de verdad, no será para que pruebe tus propias lágrimas. Cuando te bese como he deseado hacerlo desde hace mucho, será para que te ahogues en mi sabor y yo en tuyo, para que te estremezcas por mis caricias y el roce de mi lengua, no por las imágenes que pueblan tus pesadillas”.

“No estoy preparado.
En realidad si lo estaba. Era el miedo el que hablaba. Miedo a derrumbarme”.

“Puedes hacerlo. Puedes hacerlo. Puedes hacerlo.
Ese se había convertido en mi mantra en el último mes y medio. Me ayudaba a concentrarme, a alejar los malos pensamientos y el pesimismo, al menos la mayoría de las veces, lo que ya era un gran avance”.

“No era fácil, mis emociones seguían siendo un caleidoscopio que giraba una vez tras otra sin control, y hacia que todo en mí se encendiera y se apagara con cada vuelta. Era luz y oscuridad, debilidad y fortaleza, cobardía y valentía, ilusión y desesperanza, amor y odio, pasado y futuro”.

“Es difícil pasar mucho tiempo sin ver mi preciosa cara, crea adicción”.

“Y eso me hizo sentir un latigazo de dolor que dio paso a una opresión asfixiante en el pecho. Deseé apartar la mirada, darme la vuelta y dejar que la negatividad tomara las riendas. Quise vaciar mi alma con un grito agónico y desgarrador. Preguntarle por enésima vez al destino, a Dios o cualquiera que fuera la identidad superior que jugara con nosotros: ¿Por qué yo?”.

“Nunca había tenido una relación seria. No obstante, no me hacía falta para saber que las cosas podían torcerse con o sin ayuda de terceros, sobre todo en nuestro entorno, donde era fácil sucumbir al estrés y la presión”.

“Si algo he aprendido es que hay que vivir el ahora. Es bueno pensar en el futuro, tener sueños, objetivos, aunque no hay que perder de vista el presente. Debemos aprovechar cada día al máximo de nuestras posibilidades, porque puede que mañana ya no podamos hacerlo. Había muchas cosas que deseaba hacer y no las hice porque tenía todo el tiempo del mundo, las deje para más adelante, para un momento más oportuno…
Y ahora ya no son ni siquiera una opción”.

“El dolor nos convertía en seres egoístas y, muchas veces, crueles”.

“–Quiero cambiar, superarlo, aunque no sé si algún día mi nueva realidad se hará más sencilla de vivir.
–No se hace más fácil, no desaparece, eres tu quien mejora, quien se fortalece”.

“La euforia burbujeo en mi interior y tuve que reír. Lo hice como no lo había hecho en mucho tiempo, desde el alma, desde lo más profundo del corazón, desde las horas perdidas y los sueños rotos que hallaban de nuevo esperanza, desde el dolor que desgarraba, desde la felicidad que creía olvidada. Reí hasta quedar sin aliento. Reí hasta que las lágrimas velaron mis ojos y mi pecho se llenó con un grito liberador que rompió las cadenas que me tenían preso”.

“Un caballero debe defender su gallardía cuando esta es puesta en entredicho”.

“Claro que lo que se ve desde fuera no siempre es reflejo de lo que ocurre de puertas para dentro”.

“No todos procesamos el dolor de la misma forma y me inclino a pensar que a ellos, en vez de unirlos, los separó”.

“Ese fue el día en el que aprendí que el dolor físico aplacaba la ansiedad emocional. Era la válvula de escape que me descomprimía el pecho en aquellos momentos en los que mi mundo se me hacía demasiado pesado”.

“Caer en los viejos hábitos sería lo fácil: al fin y al cabo, era lo que cada célula de mi cuerpo clamaba que hiciera para aliviarlas de su agonía”.

“No iba hablarle de mis miserias, ni de los actos que me avergonzaban, ni de las pocas cosas que me arrepentía de no haber hecho en esta vida antes de que fuera demasiado tarde. No podía hacerlo”.

“El corazón era caprichoso. No entendía de cuando, de quien, ni de dónde”.

“Durante los últimos meses había aprendido que la felicidad radicaba en uno mismo, en la forma en la que te enfrentabas al mundo. Las circunstancias influían, en especial si eran adversas y dolorosas, pero en tu mano estaba dejarte cegar por lo malo o abrir los ojos y buscar lo bueno”.

“Quería que aprendiera a detenerme y observar cada detalle a mi alrededor. Que entendiera que, pese a todo, si estabas atento, podías encontrar esa gota de felicidad escondida en las pequeñas cosas. Y que si las atesorabas una a una quizá, solo quizás, acabaría por formar un océano”.

“No todas las mujeres corremos a por el móvil para hablar con nuestras mejores amigas tan pronto ocurre algo. Las hay que preferimos compartir ciertas cosas en persona, aunque tengamos que esperar para hacerlo”.

“Si, sabía bien lo que era no querer hablar de ciertas cosas. ¿No me convertía eso en una hipócrita? Quizá. Pero a diferencia de Mikhail no transforme aquellos sucesos en secretos que me carcomían por dentro. Conocía el alivio que proporcionaba el compartir el peso con aquellos que me importaban  y se preocupaban por mí. Y eso era lo que quería para él”.

“Después de todo, había sido un niño muy bueno al lograr dominarme para no arrancarle la cabeza a nadie”.

“En los momentos en los que la oscuridad que me había engullido durante tanto tiempo amenazaba con asomar, era capaz de contenerla, de centrarme en cuanto había avanzado en los últimos meses; pequeños pasos que para mí significaban mucho porque me daban fuerza, algo a lo que aferrarme”.

“–¿Preparado para tener la mejor primera cita de tu vida?
–Nací preparado. Pero me siento en la obligación de advertirte de que a lo largo de los años he dejado el listón bastante alto en ese campo”.

“Lo necesitaba. Me haba dado cuenta de que cuanto más lograba hacer por mí mismo, menor era la frustración y la rabia y mayor la sensación de libertad, de plenitud, de volver a ser yo”.

“Durante meses habían sufrido al verme perdido en mi propio infierno de resentimiento y desesperación sin poder hacer nada para evitarlo, más que permanecer a mi lado. Y lo estuvieron en todo momento, pero era yo quien tenía que querer salir de ese espiral”.

“Lo que me hizo perder un buen puñado de puntos de carisma. Menos mal que tenia de sobra”.

“El porte y el encanto ya lo tienes. Aprende a cocinar y ya no te dejara escapar”.

“Ya había dicho que tenía puntos de carisma de sobra para permitirme perder unos cuantos de vez en cuando”.

“Pocas cosas son realmente imposibles. La mayoría de las veces esa no es más que la excusa prefecta tras la que escudarnos. La forma en la que justificamos ante nosotros mismos, y ante los demás, el no habernos atrevido a perseguir nuestros sueños”.

“Tenía razón, nadie mejor que yo sabía lo sencillo que era dejarse vencer y lo duro que resultaba plantar cara, marcarse un objetivo y no parar hasta conseguirlo pese a los obstáculos que te ponía el mundo, y aquellos que nacían dentro de ti mismo”.

“Me había costado meses verlo, pero tenía un futuro por delante si decidía luchar por él. Existían cosas que no podría volver a hacer, si bien aún quedaban muchas otras cosas que sí”.

“Había aprendido que la felicidad debía aprovecharse en el momento en el que se presentaba”.

“No entiendo como no te llegó la carta de Hogwarts, porque no me cabe la más mínima duda de que eres una maga y yo el afortunado muggle al que has hechizado”.

“Vamos a hacerlo por nosotros. Solo somos tú y yo ahí fuera. Tú y yo”.

“Era consciente de que todos esos tics formaban parte de una tonta manía supersticiosa, pero reconocerlo no evitaba que me sintiera incomoda si no las llevaba a cabo”.

“–Intento no reaccionar así, créeme, pero me cuesta.
–Quizá te sería más sencillo lograrlo si compartieras el peso con alguien.
–Eso solo haría que pesara aún más”.

“Quiero dejar mi pasado atrás, ¿no puedes hacer tu lo mismo?
Podía, porque sabía que aferrarse a este nunca traía nada bueno. Había que aprender de él, asimilar tanto lo bueno como lo malo porque, al fin y al cabo, cada una de nuestras vivencias nos enseñaba, nos moldeaba. Pero luego teníamos que dejarlo ir para poder disfrutar del presente, para poder mirar al futuro”.

“Siempre que ese pasado no amenace con destruir lo que estamos construyendo”.

“Intentaba no darle muchas vueltas a esa posibilidad ya que era como vender la piel del oso antes de cazarlo, y si algo había aprendido era a centrarme en el presente”.

“Cuando lo hizo vi en sus ojos el dolor y el miedo a que no aceptara. No quiere que hurguemos en su pasado y no puedo obligarle a destaparlo por mí. No cuando se cuánto está luchando por superarlo”.

“Solo espero que ese cambio sea una mejora real y no la engañosa calma que precede a la tormenta”.

“Los secretos… en ocasiones eran necesarios, mientas que otras veces mataban las cosas antes de que tuvieran la oportunidad de crecer”.

“No quería pensar más, ni sentir más, solo perderme en el cansancio y dormir hasta bien entrada la mañana siguiente”.

“El silencio era su respuesta”.

“No tenemos nada de qué hablar. Porque lo único que voy a sacar en claro es lo que ya sé: que me mentiste a la cara, que me abandonaste, que me fallaste. Y que, al parecer, ni siquiera merezco una explicación”.

“¿Crees que te veré de forma diferente una vez que sepa lo que quiera que te paso? ¿Es eso? ¿De verdad piensas que puede haber un futuro para nosotros si eres incapaz de ser sincero conmigo, si no puedes fiarte de mí? Estas son las cosas que terminan con las parejas. No lo que ocurrió en el pasado, sino lo que permites que pase en el presente”.

“Nada, ni siquiera el amor, podía funcionar sin confianza mutua”.

“–Se ha acabado, el sueño se ha acabado.
–Pues vuelve a cerrar los ojos y sueña otro”.

“Abrí un ojo y lo volví a cerrar con un quejido, porque tan pronto tuve contacto con la realidad esta se tornó densa, sofocante, y me cubrió como una manta demasiado pesada”.

“Enterré la cabeza en la almohada, lo único que quería era quedarme en la cama. Solo tenía ánimos para dormir, ya que solo la inconsciencia hacia que desapareciera esa tristeza que era como un corte profundo que se negaba a cerrarse. Por desgracia, quedarme regodeándome en mi autocompasión no serviría de nada. Por más que me escondiera en las sabanas, por más que llorara, no cambiaría lo ocurrido”.

“Todo mi ser se debatió entre luchar o huir. La reacción que a lo largo de los años se había convertido en instinto me instaba a largarme, a no lidiar con eso, a aferrarme a lo único que había conocido siempre: el silencio. Mantener la boca cerrada, aparentar que no ocurría nada, que todo iba bien”.

“No era mi pasado lo que se interponía entre nosotros, sino lo que yo estaba dejando que ocurriera en el presente”.

“Me creía fuerte, un superviviente, cuando lo cierto era que desde hacía demasiado tiempo no había sido más que una víctima a la fuga”.

“Un único comentario despectivo no es un problema, uno cada día es como un cáncer en tu mente, que la va corroyendo lentamente sin que apenas te des cuenta”.

“La violencia nunca debería ser la respuesta, aunque existen personas en este mundo que no se merecen seguir respirando. Es triste y cruel, pero es la verdad”.

“–Una sola acción durante una situación límite no nos define.
–Puede, pero el resto de elecciones que hacemos a lo largo de nuestra vida, si”.

“No has sido un cobarde. Tu historia debe ser algo muy difícil de compartir, y más cuando te has obligado a guardártelo para ti con tanto celo desde que eras un niño”.

“La vida no es una película o un libro. A veces, en la realidad, la mejor manera de derrotar al malo no es matándolo o encerrándolo, sino siguiendo adelante, viviendo y consiguiendo ser feliz. A veces, la mejor manera de vencer es condenar a esa persona al olvido; porque si deja de importarte, ya no tiene poder alguno sobre ti”.

“En cuanto me tocara descubriría las cicatrices que surcaban mis caderas, la prueba física de mi debilidad, el recordatorio imborrable de todas esas veces en las que no había sido lo suficientemente fuerte como para soportar el dolor”.

“Y por fin podría adentrarme en el cómo merecía: con una sonrisa, acompañada de una punzada de dolor, sí, pero que importaba. Bien poco, la verdad, si los que imperaban eran los buenos recuerdos y no la rabia, la desesperación o el sufrimiento”.

“Pero había aprendido a asumirlo, a dejar de mirar al pasado y clavar la vista en el presente y en las cosas que si estaban en mi mano”.

“Doce meses en los que el dolor y la culpa se diluyeron lo suficiente como para dejarme ver y sentir momentos con los que llenar mi tarro de cosas buenas. Un tiempo en el que había visto a mi mejor amigo plantar cara a sus demonios, dejar de mirar el pasado, afrontar el presente y luchar por un futuro”.

“Mantén siempre la esperanza. Un pensamiento, una creencia, a la que había intenta aferrarse siempre, incluso cuando sentía que se estaba perdiendo a sí mismo, diluyéndose con el dolor, el miedo, el odio, la rabia, la impotencia…”.

“Yo. Me he autolesionado desde que tenía doce años. Desde que aprendí que el daño físico aliviaba la asfixiante angustia emocional”.

“¿Cuánto debía pesar la realidad de una persona para que lastimarse a sí misma fuera lo único que pudiera aligerar su sufrimiento? ¿Cuánto para que se cobrara la luz de un niño?”.

“Cuando era un crío no tenía otra forma de enfrentarme a lo que ese mal nacido nos hacía pasar. Me aferre a la idea de que crecería y me haría más fuerte, pero crecí y seguí siendo débil y patético como un puto adicto incapaz de resistirse a un último chute, porque renunciar a esta significaría abandonar lo único que, aunque fuera por un corto espacio de tiempo, me hacía escapar y sentirme libre”.

“Te equivocas. Siempre has rebosado fortaleza. Nunca te rendiste, seguiste adelante luchando no por ti, sino por Ben. Y el que necesitaras una vía de escape para sobrellevarlo no te convierte en un pusilánime”.

“Gracias por recordarme lo que es ser feliz”.

“A veces necesitamos recibir un duro golpe para despertar”.

“No puedo pedirte que me perdones ya que no se si yo misma lograre hacerlo algún día, lo que si te ruego es que aceptes mis disculpas”.

“No se despidió, simplemente se fue. Puede que por miedo a que si nos decíamos adiós en esa ocasión seria el definitivo”.

“Una parte de mí se alegra de que por fin haya sido capaz de salir de ese letargo en el que estaba sumida. Sin embargo, el rencor sigue estando ahí y no sé si algún día desaparecerá lo suficiente como para que me permita dejar de culpabilizarla”.

“Y los dos habíamos sufrido demasiado como para querer aferrarnos a una relación que solo nos haría más daño”.

“Aunque nuestros caminos no volvieran a cruzarse, saber que el otro estaba bien, feliz, bastaría”.

“Porque a veces querer a alguien era dejarlo ir”.

“Una cosa es perdonar y otra muy distinta olvidar”.

“Ambos sabíamos cómo las cosas podían cambiar en un instante. Por eso nuestra promesa no hablaba del mañana, sino del día a día. Porque siempre estaba hecho de incontables ahora.
Y tan solo un segundo podía contener un infinito”.


Me siento bastante feliz de poder haber sido testigo de un debut tan sensacional, con una historia hermosa y personajes muy bien construidos además de adorables, aunque eso no lo salva de tener un instant love. Virginia nos regala una historia llena de superación personal, amor, apoyo familiar, lealtad, de lecciones de vida, de deseos de buscar el cumplimento de nuestros sueños, una historia que vale la pena de principio a fin. Justamente este libro lo leí cuando sufría de un cuadro depresivo y además un bloqueo lector, puedo decirles con completa sinceridad que me ayudó muchísimo a recordar porque amaba leer, además de darme ánimos para volver a ese mundo tan mágico, como lo es la lectura. Muero por conocer los futuros trabajos de la escritora.

Veredicto:

“Tan solo un segundo” es un libro poseedor de una historia hermosa. No solo lo amaras si eres amante del patinaje artístico, pues también posee factores que te harán quererlo conforme tu lectura avanza. Además tendrás varios personajes memorables de los cuales encariñarte. Si tienes la oportunidad, no dudes en tener la experiencia de esta lectura, pues créeme, valdrá la pena.


Sobre la escritora:
Nació el 18 de enero de 1982 en Cádiz, ciudad en la que reside junto a su marido y su gato. Es una enamorada de Japón y una “seriéfila” y cinéfila empedernida, adora viajar, los animales (sobre todo los lobos y los felinos) y no podría vivir sin música y sin libros. Ya desde niña sintió la necesidad de crear sus propias historias. Sin embargo, pese al puñado de cuentos, relatos y guiones para cómics que escribió a lo largo de su infancia y adolescencia, nunca logró finalizar nada más largo. No fue hasta 2011, y gracias a la guía del escritor José de La Rosa en su Taller “Escritura de Novela Romántica”, que tuvo una base sólida con la que empezar a trabajar. Dos años después, puso el punto y final a su primera novela (una historia que llevaba casi una década con ella). Desde entonces no ha parado de crear, de aprender, de intentar mejorar y de soñar con que algún día sus novelas dejen de ser solo suyas y cobren vida en manos de los lectores.

Summer

6 comentarios:

  1. Me encanto este libro tanto por la trama como por los personajes que son adorables a pesar de la dureza de algunas cosas que tienen que vivir.

    Saludos

    ResponderBorrar
  2. Hola! A mi me gusto mucho este libro cuando lo leí, tal vez si lo releyera no me gustaría tanto como la primera vez que lo hice. Gracias por la reseña, me encanto.

    Besos.

    ResponderBorrar
  3. Hola, bella. Muchas gracias por tu reseña y por recordarme un libro que tengo muchas ganas de leer, ya que además soy muy fan del deporte desde hace años.

    Un besote!

    ResponderBorrar
  4. Hola!
    Lo leí el año pasado y fue una de mis mejores lecturas, me gustó muchísimo.
    Besitos :)

    ResponderBorrar
  5. Concuerdo contigo en que la portada es hermosa, y suena como el tipo de libro que me gustan hasta que llegaste a lo del instalove, la cosa que más odio en el mundo. Pero si se me presentara la oportunidad, obviamente lo leería, jaja.

    ResponderBorrar
  6. ¡Hola! Tengo super pendiente esta historia desde hace un tiempo, espero poder leerla este año

    Besos

    ResponderBorrar